Me encanta mirar a las personas en el parque metropolitano desde lo alto de mi ventana;
parecen tan relajadas, libres de problemas.
Tan sonrientes, tan contentas.
Me encanta mirar los arboles; se mueven lento y despacio, meciéndose suavemente al ritmo del viento , entreverándose con la brisa,
hablando algún tipo de lenguaje secreto y haciéndole guiños a los paseantes con sus largos dedos verdes.
Me encanta ver el sol diciendo adiós en el horizonte,
dibujando en su trayecto signos extraños, signos que alguna vez entendimos, quizá cuándo solo éramos niños, signos como plumas de tonos rosado y albaricoque.
Me encanta la luna alta en el cielo opalescente de la noche junto a las estrellas tintineantes.
Su tenue luz azul llenando por completo mis pupilas y anegando mi alma de pesadumbre.
Me encanta estar contemplando este ciclo eterno; desde mi ventana todo se ve bello y en perfecta sincronía.
Desde aquí puedo escapar del caos de mi alma y fugarme por un momento de los recuerdos .
Besos, besos largos como ríos. Sofía
Y así estabas... entreverada con las imágenes que escribes.
ResponderEliminarEl verdor es un asunto palpable.