Recuerdos que envenenan, colores que embriagan, sabores que me ponen a flotar...
La sal, el profundo sabor de la sal, boca salada, salado sudor, labios resecos cansados de besar.
El alcohol y la sal no son lo único que abre las heridas. No recibí alguna lección perdida. Sé las palabras adecuadas para hacerte de hierro.
No vi en ningún escaparate la coraza de metal que me hacía falta. No sé nada de salvación, no soy capaz de salvarme.
Supe siempre del calor que puedes recibir de un beso pero no el frío que puedes tener en las manos cuando ya no sientes y de una voz que ya no llamas porque no la necesitas.
No me regalaron el diccionario de las palabras suaves y delicadas para pronunciármelas a mí misma, y quedarme tranquila, y tampoco aprendí a compartirlas. Conozco todas las palabras precisas al amar, para volver tus pupilas oro líquido.
No sé trazar un camino y me pierdo en la ciudad con gran facilidad, pero reconozco sin dudar, tu sabor a sal.
Tú no existes, eso es claro, pero conozco tu estilo de amar, lento, suave y rítmico como tu caminar
Tu silueta perdida en la noche acompañando a la luna y su fiebre crepuscular.
Besos, besos largos como ríos. Sofía
No hay comentarios:
Publicar un comentario