Escucho mis pasos, latiéndome,persiguiéndome. El sudor agolpándose sobre mi rostro. Mis gemelos adoloridos se contraen por el esfuerzo, pero aun así, sigo corriendo.
El camino se va tornando un laberinto circular, que se repite, siempre las mismas calles, la misma gente. Rostros que no consigo adivinar, entornos que no me importan.
El sol cae a plomo, sale vapor del piso, vapor. Todos huyen a resguardarse, yo sigo en mi camino, concentrada, dejándome las suelas en el asfalto…La rabia se va escapando por mis poros, sudo la frustración, el enojo, el desvarío de mis pensamiento, que he de eliminar…Y el sol cae más directo, más despiadado . Cada vez más fuerte, agujereándome la cabeza…traspasando mi cabello…traspasando mis pensamientos, purificando, borrando con sus rayos tus dedos de mi piel, dejándome prístina, brillante.
El corazón latiéndome en la frente,tamborileando en mis sienes, la respiración se entrecorta por pasos que se van quedando atrás. Desafío el fuego ardiendo en la planta de mis pies…sigo luchando contra el viento y el calor, que no me entorpece, si no que me hace más fuerte…resisto, mientras la pista se va quedando vacía…y me siento invencible. A cada paso que doy, más ágil y fuerte. Como si cada paso que aplasto contra el suelo, se olvida y borra un rastro de algo que nunca sucedió…
Besos, besos largos como ríos. Sofía
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