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Esta es una ventanita a las locas fantasías, vivencias e histerias que voy acumulando en esta carrera que se llama vivir, para mi Escribir es una suerte de necesidad primaria, un goce o exorcismo violento. Es la respiración del alma...No es foro de debate. Pero agradeceré tu comentario en el alma.
Besos, besos largos como ríos. Sofía

domingo, 10 de abril de 2011

Oscuro bosque oscuro, de Jorge Volpi

Nota: esta entrevista se publicó en El Espectador y acá la primera parte. 

¿Cuántas obras literarias corren el riesgo de no llegar a manos del lector por culpa de los caprichos comerciales de las editoriales? Miles, con seguridad. Un caso reciente es el de Oscuro bosque oscuro (Ediciones B), novela experimental deJorge Volpi escrita en verso. 

Con 42 años de edad, el precoz mexicano ha publicado once novelas y seis libros de ensayo de alta calidad, según los críticos literarios y los jurados de los premios que le han otorgado. Es uno de los escritores más importantes del continente y aún así tuvo que acudir en su país y en España a editoriales independientes para lograr la circulación restringida de esta “historia de terror”. 

En Colombia a nadie le interesó excepto a un editor enamorado de la poesía comoAlfonso Carvajal. No pudo publicarla hace un año en Random House Mondadori, pero lo impactó tanto, por la estética de su construcción, que se salió con la suya editándola ahora en Ediciones B y anotándose el que debiera ser uno de los éxitos de la Feria del Libro de Bogotá, la primera semana de mayo, a la que Volpi aspira a venir. 

“No es un libro de poesía”, me recalca Volpi vía internet mientras prepara el trasteo desde su amado Distrito Federal, donde trabajó cuatro años como director del cultural Canal 22, hacia Roma donde fue nombrado agregado cultural de la Embajada de México. Sí, de acuerdo. No es que quiera dárselas de poeta, pero sí poner la versificación o “prosa cortada” al servicio de la narrativa para lograr una novela surgida de la línea de experimentación trazada primero por Ovidio (Las metamorfosis), luego por Pushkin (Yevgueni Oneguin) y en los últimos tiempos por Benedetti (El cumpleaños de Juan Ángel), Ransmayr (El último mundo) ySeth (The Golden Gate). 

Volpi tampoco lo hace para matricularse junto a ellos, sino porque la Segunda Guerra Mundial y el genocidio ordenado por Hitler siempre lo han inquietado. En este caso el asesinato, en Julio de 1942, de 1.800 judíos de un pequeño pueblo de Polonia a manos de un batallón de la policía de reserva, veteranos alemanes bajo órdenes de las SS. Aunque ya había capitalizado el tema con En busca de Klingsor (Premio Biblioteca Breve), el drama de los niños sacrificados le seguía dando vueltas en su pelada cabeza, hasta que una imagen se convirtió en verso y el “Había una vez…” en el irreverente punto de partida de una antifábula que cuenta el terrible sacrificio de 2.812 “insectos” en seis horas y media. 

Una estructura fragmentaria matizada por una paradójica nueva versión de los cuentos de los hermanos Grimm, surgidos casualmente de los mismos bosques que Volpi recorrió en su investigación sobre los nazis. Hansel y Gretel devorados por la bruja; Caperucita roja devorada por el lobo; la Cenicienta, que nunca sale del encierro al encuentro con el príncipe y muere de hambre; el flautista de Hamelín, que no conduce ratas, sino niños hacia un despeñadero. La maldad humana y la inocencia infantil en un juego casi musical. Una tarea ambiciosa, que en manos de un escritor sin dominio de la técnica hubiera terminado en desastre, se convierte en una bella pieza en la que Volpi moldea la narrativa, apoyándose en las comas, hasta lograr un ritmo en el que las reiteraciones parecen cánticos de un escritor melómano, descubierto a finales de los 80 a partir del libro de cuentos Pieza en forma de sonata, para flauta, oboe, cello y arpa. 

Invita al lector a marchar a la guerra junto a personajes como Luk Embler, un panadero quebrado; Jon Guridien, un cabo perturbado; el enamorado subteniente Drajurian; el exfabricante de juguetes y ahora de armas Erno Satrin; el ambicioso sargento Amat, un malvado leñador y su esposa; el disciplinado pero sensible capitán. En medio de ese concierto de voces convence al lector de incluir su partitura, un diario a través del que puede ser juez y parte de las historias hasta el desenlace. “Comprendes ahora, lector, que ya nunca saldrás del oscuro bosque oscuro”. Contención, silencios, significación, tres factores que ameritan que esta novela condensada en apenas 125 páginas sea leída y analizada con detenimiento. 

Un autor con un gran presente y un gran porvenir en la literatura. Incluso, el Foro Económico Mundial lo exaltó en 2007 como uno de los líderes globales jóvenes con mayor futuro. No es exagerado decir que la capacidad creativa de Volpi es prodigiosa, así ejerza trabajos de tiempo completo, porque nunca deja escribir. El niño negado para el fútbol, pero tan brillante que pensaba en ser científico, se prepara para lanzar en Abril, con Alfaguara en España, un ensayo sobre el cerebro y la ficción literaria titulado “Leer la mente”. 

- ¿Cómo llegó al punto de fusionar el verso y la novela? 
- Cuando encontré el tema del libro, esta historia en torno a los genocidios, me di cuenta de que la propaganda y su repetición constante se hallaba, en buena medida, en el origen de estos terribles acontecimientos. Así que busqué un ritmo narrativo que recordara esas repeticiones constantes y obsesivas de la propaganda nazi o de los mensajes por la radio de Ruanda, y me di cuenta de que sólo el verso libre, lleno de repeticiones, más que de rimas, podría servir para crear ese ambiente hipnótico en el lector. 

- ¿Cuáles son sus autores de referencia a nivel poético y cuáles consultaba mientras escribía Oscuro bosque oscuro? 
- Insisto: no es un libro de poesía, sino una novela que usa el verso libre como recurso narrativo. Así que más bien pensaba en otras novelas en verso escritas últimamente, de autores como Seth Ransmayr

- ¿La escribió como se lee: rápido? 
- No, no tan rápido. Nunca había escrito así, en verso, en donde cada palabra adquiere un peso mayúsculo, así que ese era el principal reto: encontrar, a cada momento, la palabra justa. 

- Las reiteraciones resultan claves en la narración. ¿Cómo descubrió esta musicalidad? 
- El ritmo era lo central; tenía que afinar el oído, algo que no siempre hacemos los narradores. 

- También hay un concierto de comas. ¿Así encontró el ritmo vertiginoso y el estilo? 
- La ausencia de puntos convierte el texto en una larga plegaria, y la vuelve, en efecto, vertiginosa.

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